Hechos a imagen De Dios

Descubriendo nuestra identidad en Dios

 

Por Brian J Gonzalez Martinez

Introducción

Buenas dias, y sean todos bendecidos.

 

Hoy estamos reunidos aquí para embarcarnos en una jornada espiritual que nos llevará al núcleo mismo de quiénes somos. Esta aventura se titula “Descubiendo nuestra identidad en Dios”.

 

Somos más que simples seres físicos, más que el cuerpo que podemos ver y tocar. Como cristianos, creemos que somos seres tridimensionales, compuestos por cuerpo, alma y espíritu. Estas tres partes están intrínsecamente unidas, cada una influyendo y siendo influenciada por las otras. Hoy contestaremos varias preguntas de acuerdo a la palabra de Dios. Me quiero enfocar en: ¿Cual fue el propósito de Dios al hacernos a su imagen y semejanza?  

 

Nuestro cuerpo es el recipiente terrenal que nos permite interactuar con el mundo que nos rodea. Nuestra alma, compuesta por nuestra mente, voluntad y emociones, es la esencia de nuestro ser único. Y nuestro espíritu es la chispa divina dentro de nosotros, nuestro vínculo más profundo con nuestro Señor y Salvador.

 

A lo largo de esta jornada, desvelaremos cómo estas tres partes trabajan juntas para formar nuestra identidad completa en Cristo. Exploraremos cómo, al entender y alinear nuestro cuerpo, alma y espíritu con la voluntad de Dios, podemos llegar a conocer plenamente nuestra identidad en Él.

 

Así que les invito a abrir sus corazones, sus mentes mientras nos embarcamos en este viaje, para descubrir nuestra verdadera identidad en Dios. Que Él nos guíe en este camino de autoconocimiento y transformación espiritual. Amén.

 

En Génesis 1:26-27 RVR 1960, encontramos el pasaje que dice: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”. Dios creó al hombre a su imagen, lo creó a imagen de Dios; varón y hembra los creó. Con esas frases, Dios plasmó su propósito divino, otorgando a la humanidad un reflejo de su propia grandeza.

 

Fue así que Dios, con sus manos divinas, creó al hombre a su imagen, modelando su esencia sagrada con un amor inabarcable. Cuando Dios, en su afán creador, se dispuso a forjar la figura del hombre, habló consigo mismo, en un diálogo íntimo y sagrado.

 

Tomó consejo de su propio ser, considerando todas las virtudes y potencias que yacían en su esencia divina. Pues todo lo que Dios necesitaba para llevar a cabo su obra maestra, ya existía en su ser infinito y omnipotente.

 

Y no contento con ello, en ese versículo divino se nos muestra cómo Dios insistió en subrayar la trascendencia de este acto sublime: “a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. Aquí el versículo se repite porque revela que en cada individuo se aloja una porción sagrada y divina, portadora de una esencia única.

 

Es en esa duplicidad creadora donde se despliega la grandeza del Creador, quien, en su amor inmenso, nos dotó de una chispa divina que nos identifica como hijos suyos. Dios creó a un hombre y le puso por nombre Adán, que en hebreo significa “tierra” o “suelo”. Su cuerpo fue creado a partir de una substancia preexistente, ya que Adán fue moldeado en arcilla y lodo. Así, vemos cómo Dios modeló al ser humano a partir de elementos terrenales, dándole una forma física que es tanto un reflejo de la creación divina como de su conexión con la naturaleza.

 

Al considerar el relato bíblico de la creación, encontramos una peculiaridad intrigante: cuando Dios declara, “Hagamos al hombre a nuestra imagen”, lo hace en plural. Esto apunta a una multiplicidad divina, un ‘nosotros’ oculto en el ‘uno’, que encuentra eco en la tridimensionalidad del ser humano.

 

A diferencia de todo lo demás que Dios creó, donde simplemente habló y las cosas surgieron a la existencia – como cuando dijo “Sea la luz” y la luz fue, o “Sea el firmamento” y el firmamento se formó – con la humanidad, Dios se tomó su tiempo. Aquí, la creación no fue un acto instantáneo, sino un proceso cuidadoso y considerado.

 

La vida de Dios, lo que Él sopló en Adán, era todo lo que Dios era y es. Recordemos, Dios es un Espíritu, y al infundir esa vida en Adán, ahora también Adán era un espíritu. No era solo un cuerpo, ni solo un alma, sino un espíritu, la esencia más profunda de su ser.

 

Sin embargo, este espíritu no existe en aislamiento. Posee un alma – un atributo que se compone de la mente, la voluntad y las emociones – y habita en un cuerpo. De esta forma, el espíritu, el alma y el cuerpo de Adán reflejan esa multiplicidad divina inicial, el ‘nosotros’ en el ‘uno’ que encontramos en el acto creativo de Dios.

 

Por lo tanto, cada uno de nosotros, siguiendo el modelo de Adán, no somos simplemente un cuerpo o un alma, sino un espíritu. Un espíritu que tiene un alma y que vive en un cuerpo. Dependiendo de como te ejercitas en el gym puede ser un apartamento un condominio, una mansion o un estudio. Y así, en nuestra esencia más profunda, reflejamos la imagen de Dios, somos portadores de esa chispa divina que Dios sopló en Adán en el principio.

 

A medida que exploramos nuestra identidad en Dios, reconocemos que llevamos una parte sagrada dentro de nosotros, somos seres creados a imagen y semejanza de Dios. Encontramos nuestra esencia en la conexión entre lo divino y lo terrenal, así como Adán fue formado a partir de la tierra. Al comprender esta verdad, podemos descubrir quiénes somos realmente y vivir de acuerdo con el propósito divino que se nos ha dado.

 

Entender la relación entre el cuerpo, el alma y el espíritu, y cómo se comparan con la Trinidad, puede ser un desafío. Aquí hay una manera simplificada de verlo, manteniendo en mente que ninguna analogía humana puede capturar completamente el misterio de la Trinidad:

 

1. El “Cuerpo” se podría comparar con Jesús, el Hijo. Así como Jesús se encarnó físicamente en la Tierra y vivió como humano, nuestro cuerpo es nuestra realidad física tangible y terrenal que nos permite interactuar con el mundo a través de los sentidos.

 

2. El “Alma”, que incluye nuestra mente, emociones y voluntad, podría compararse con el Espíritu Santo. El Espíritu Santo actúa en nosotros y a través de nosotros, guiándonos y confortándonos, similar a cómo nuestra alma procesa nuestras emociones, pensamientos y toma de decisiones.

 

3. El “Espíritu”, la parte de nosotros que conecta con Dios, puede compararse con Dios Padre. En la teología cristiana, Dios Padre es la fuente de todo ser, y nuestro espíritu es esa chispa divina dentro de nosotros, la parte más profunda de nuestro ser que busca conexión con lo divino.

 

Por favor, tengan en cuenta que esta es una simplificación de conceptos muy profundos y misteriosos. Las comparaciones son limitadas y no capturan completamente la complejidad de la Trinidad o la naturaleza humana. Sin embargo, espero que esta analogía ayude a arrojar algo de luz sobre estos conceptos.

 

Chiste/Ejemplo:

 

En un tranquilo día de jardín, Adán, recién creado por Dios, decide explorar su entorno y descubrir las maravillas de la naturaleza. Mientras camina entre las plantas, se topa con un animal peculiar: un travieso mono. El mono, curioso y juguetón, decide imitar a Adán en todo momento. Cuando Adán se agacha, el mono también lo hace; cuando Adán salta, el mono salta torpemente detrás de él. La escena se repite una y otra vez, causando risas en Adán. De repente, Adán mira al cielo y exclama: “¡Dios mío, incluso los monos intentan ser como yo!”. En ese instante, Adán comprende, de manera divertida pero reveladora, que al ser creado a imagen y semejanza de Dios, lleva consigo una parte sagrada y única que incluso los animales reconocen.

 

 

Batalla Interna entre cuerpo, alma y espiritu

 

Los capítulos 6, 7 y 8 de la carta de Pablo a los Romanos abordan temas centrales para la comprensión cristiana de la salvación, la ley, el pecado y la vida en el Espíritu.

 

Cuerpo (Sirve a Pecado), (Será salvado),(Aliento de Vida), (En donde vives), (Sucio): Es la parte física de nosotros que podemos tocar, ver y sentir. Incluye órganos, huesos, piel y todo lo demás que compone nuestra estructura física. Nos permite interactuar con el mundo atraves de los sentidos.

Romanos 6: Este capítulo se centra en el tema de la esclavitud al pecado y la libertad en Cristo. Pablo explica que a través del bautismo, los cristianos han muerto al pecado y han resucitado a una nueva vida en Cristo. Este capítulo anima a los cristianos a vivir vidas santas y a no dejar que el pecado reine en sus cuerpos.

 

Alma (Sirve la ley De Dios), (Esta siendo salvo),(Alma Viviente), (Como Vives), (Enfermo): El alma es a menudo vista como nuestra personalidad o nuestro ser emocional y mental, incluyendo nuestros pensamientos, sentimientos, emociones y conciencia.

Romanos 7: Aquí, Pablo discute la relación entre la ley y el pecado. Explica cómo la ley, aunque es buena y santa, resalta nuestra pecaminosidad y nuestra necesidad de salvación. Pablo describe la lucha interna entre su deseo de hacer lo bueno y su inclinación hacia el pecado.

 

Espíritu (Ley De Dios), (Es salvo), (Casa,Templo), (Quien vive), (Santo): El espiritu se ve a menudo como el aspecto de una persona que se conecta directamente con Dios. Determina nuestra identidad verdadera en su máxima expresión. Es la parte de nosotros que puede recibir a Dios y sentir su presciencia.

Romanos 8: Este es uno de los capítulos más conocidos y citados de la Biblia. Habla de la vida en el Espíritu, la adopción como hijos de Dios, y el amor inquebrantable de Dios hacia nosotros. Este capítulo brinda consuelo, esperanza y seguridad en la promesa de Dios de salvación y vida eterna.

 

La lectura de estos capítulos es crucial para los cristianos, ya que proporcionan una comprensión más profunda de los conceptos fundamentales, y guían a los creyentes sobre cómo vivir vidas que reflejen su fe y su nueva identidad en Cristo.

 

Ejemplo del Mango

 

1. Cuerpo: El cuerpo sería como la piel del mango, es la parte que puedes ver y tocar. Es la interfaz con el mundo exterior, lo que nos permite interactuar físicamente con nuestro entorno, similar a cómo la piel del mango protege y contiene el interior de la fruta.

 

2. Alma: El alma podría ser comparada con la pulpa del mango, la parte jugosa y dulce que nos proporciona la experiencia y sabor único de la fruta. Esta es la parte de nosotros que siente, piensa, recuerda y sueña. Es la esencia de lo que somos, similar a cómo el sabor de la pulpa define la esencia del mango.

 

3. Espíritu: El espíritu se asemejaría al hueso del mango, la parte que permanece constante y proporciona la estructura y el potencial para una nueva vida. En el contexto humano, es la parte de nosotros que se conecta con Dios o lo divino, proporcionando un enlace con algo más grande que nosotros mismos, similar a cómo la semilla en el hueso del mango tiene el potencial para crecer en un nuevo árbol.

 

El cerebro y la mente son conceptos distintos que a menudo se confunden, pero que juegan roles diferentes en nuestra existencia.

 

El cerebro es una entidad física, una parte tangible de nuestro cuerpo. Es un órgano complejo que se encuentra dentro de nuestra cabeza. Está compuesto de miles de millones de neuronas que interactúan entre sí a través de sinapsis. Nuestro cerebro controla nuestras funciones corporales básicas, como los latidos del corazón o la respiración, y nos permite percibir y reaccionar al mundo que nos rodea. También es el responsable de nuestras habilidades cognitivas, como el pensamiento, el aprendizaje y la memoria.

 

Por otro lado, la mente es un concepto más abstracto y no físico. Aunque no se puede tocar ni ver, es evidente a través de nuestras experiencias internas y personales. La mente se refiere a nuestras conciencias, pensamientos, sentimientos, percepciones y voluntad. Es donde ocurren nuestros procesos cognitivos y emocionales. La mente es lo que nos permite tener experiencias subjetivas y esenciales para nuestras identidades personales.

 

En resumen, necesitamos el cerebro para expresar la mente. El cerebro es el vehículo a través del cual la mente interactúa con el mundo. Sin embargo, la mente es más que sólo el cerebro; es el conjunto de nuestras experiencias conscientes y subjetivas.

 

En Eclesiastés 7:29 PDT “Hay otra cosa que aprendí: Dios hizo a la gente buena, pero la gente encuentra mil maneras de ser mala».”

 

En Romanos 7:15-25 TLA “La verdad es que no entiendo nada de lo que hago, pues en vez de hacer lo bueno que quiero hacer, hago lo malo que no quiero hacer. Pero, aunque hago lo que no quiero hacer, reconozco que la ley es buena. Así que no soy yo quien hace lo malo, sino el pecado que está dentro de mí. Yo sé que mis deseos egoístas no me permiten hacer lo bueno, pues aunque quiero hacerlo, no puedo hacerlo. En vez de lo bueno que quiero hacer, hago lo malo que no quiero hacer. Pero si hago lo que no quiero hacer, en realidad no soy yo quien lo hace, sino el pecado que está dentro de mí. Me doy cuenta entonces de que, aunque quiero hacer lo bueno, solo puedo hacer lo malo. En lo más profundo de mi corazón amo la ley de Dios. Pero también me sucede otra cosa: hay algo dentro de mí, que lucha contra lo que creo que es bueno. Trato de obedecer la ley de Dios, pero me siento como en una cárcel, donde lo único que puedo hacer es pecar. Sinceramente, deseo obedecer la ley de Dios, pero no puedo dejar de pecar porque mi cuerpo es débil para obedecerla. ¡Pobre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo, que me hace pecar y me separa de Dios? ¡Le doy gracias a Dios, porque sé que Jesucristo me ha librado!”

 

En Eclesiastés 7:13-18 VBL “Piensa en lo que hace Dios. Si él hace que algo se doble, ¡no podrás enderezarlo! En un buen día, alégrate. Cuando llegue un día malo, párate a pensar. Dios hizo cada día, de modo que no sabes lo que te sucederá después. A lo largo de mi vida he visto muchas cosas que son difíciles de entender. Gente buena que muere joven a pesar de hacer lo correcto, y a la gente malvada que vive una larga vida de maldad. No pienses que puedes hacer lo correcto con mucha observancia religiosa, y no pretendas ser tan sabio. ¿Quieres destruirte a ti mismo? Por otro lado, no te decidas a vivir una vida malvada, ¡no seas insensato! ¿Por qué morir antes de tiempo? Debes tener en cuenta estas advertencias. Los que siguen a Dios estarán seguros de evitar ambas cosas.”

 

Es importante recordar que nuestras emociones y pensamientos, los cuales se procesan y se experimentan en nuestra mente, no siempre reflejan quiénes somos en nuestro espíritu. A veces, nuestras circunstancias y experiencias pueden hacer que nos sintamos de ciertas maneras, pero estos sentimientos y pensamientos no definen nuestra identidad espiritual.

 

Por ejemplo, en momentos de estrés o dificultad, puedes sentirte desanimado o dudoso en tu mente. Sin embargo, estos sentimientos no cambian el hecho de que, en tu espíritu, eres amado y valorado. Tu identidad espiritual, como hijo de Dios, es inmutable y constante, independientemente de lo que puedas estar experimentando en tu mente.

 

En resumen, mientras que nuestros sentimientos y pensamientos en nuestra mente pueden fluctuar y cambiar, quienes somos en nuestro espíritu permanece constante. Por lo tanto, cómo nos sentimos en nuestra mente no siempre refleja quiénes somos en nuestro espíritu.

 

Restauracion/ Alineación

 

¿Como podemos estar completos sin comprender?

 

En Proverbios 4:7 TLA “Lo que realmente importa es que cada día seas más sabio y que aumentes tus conocimientos, aunque tengas que vender todo lo que poseas.”

 

En Efesios 4:22-27 RVR1960 “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo.”

 

En 2 Corintios 3:17-18 TLA “Porque el Señor y el Espíritu son uno mismo, y donde está el Espíritu del Señor hay libertad. Y nosotros no tenemos ningún velo que nos cubra la cara. Somos como un espejo que refleja la grandeza del Señor, quien cambia nuestra vida. Gracias a la acción de su Espíritu en nosotros, cada vez nos parecemos más a él.”

 

Según algunas interpretaciones cristianas, el alma puede considerarse como el mediador entre el cuerpo y el espíritu. En este contexto, el alma, que incluye nuestra mente, voluntad y emociones, puede influir en la “atmósfera” o el estado del cuerpo. Por ejemplo, si nuestra alma está en un estado de paz y felicidad, esto puede influir positivamente en nuestra salud física y bienestar general.

 

Por otro lado, el espíritu se considera a menudo como la parte más profunda de nuestro ser, la que está en conexión directa con Dios. El espíritu puede guiar e influir en el alma y, por extensión, en el cuerpo. Cuando estamos en armonía con nuestro espíritu, podemos experimentar paz y bienestar tanto en nuestra alma como en nuestro cuerpo.

 

Por lo tanto, tanto el alma como el espíritu juegan roles cruciales en nuestra existencia. El alma puede influir en la atmósfera del cuerpo, mientras que el espíritu puede guiar tanto al alma como al cuerpo. En el mejor de los casos, estas tres partes de nuestro ser trabajan juntas en armonía, contribuyendo a nuestro bienestar y crecimiento espiritual.

 

¿Cual es el propósito de Dios al hacernos a su imagen y semejanza?

 

Como creyentes, se nos llama a ser embajadores de Dios en la Tierra, representando Su amor, gracia y verdad a aquellos que nos rodean. Esta es una misión sagrada y una responsabilidad enorme.

 

Sin embargo, para poder cumplir con este llamado, es importante que nos despojemos de cualquier cosa que nos impida estar en plena comunión con Dios. Esto podría incluir pecados, vicios, actitudes negativas, o incluso preocupaciones mundanas que nos distraigan de nuestro propósito espiritual.

 

Es por eso que se nos anima a venir ante Dios tal y como somos, en un estado de vulnerabilidad y humildad. Al hacerlo, podemos experimentar Su gracia y misericordia, y obtener la sabiduría y la fuerza que necesitamos para ser Sus embajadores eficaces.

 

En resumen, como representantes de Dios en la Tierra, tenemos la responsabilidad de despojarnos de todo lo que nos impida cumplir con nuestro llamado, y de presentarnos ante Dios con humildad y vulnerabilidad, para que podamos cumplir con nuestro propósito de la manera más efectiva posible

 

Nuevo Ser

 

Metamórfosis

 

La palabra “metamorfosis” viene del griego “μεταμόρφωσις” (metamórpho).

 

“Metamorfosis” se compone de dos partes: “meta”, que significa “cambio”, y “morphosis”, que viene de “morphe” que significa “forma”. Juntas, estas palabras se traducen como “cambio de forma”.

 

La metamorfosis se refiere a una transformación profunda y a menudo sorprendente en la apariencia o el carácter de algo o alguien. En biología, el término se utiliza para describir el proceso por el cual algunos animales cambian de forma durante su desarrollo, como cuando una oruga se convierte en mariposa.

La metamorfosis en el contexto de nuestra fe se puede entender como una transformación continua de nuestro cuerpo, mente y espíritu que nos acerca cada vez más a la santidad, al ideal de ser hechos a imagen y semejanza de Dios.

 

En nuestro cuerpo, esta metamorfosis puede manifestarse en la forma en que cuidamos de nuestra salud y bienestar físico, y en cómo usamos nuestros cuerpos para servir a Dios y a los demás. Así como la oruga se prepara para convertirse en mariposa, cada acción, cada gesto de amor y servicio, es un paso en nuestro cambio hacia ser más parecidos a Cristo.

 

En nuestra mente, la metamorfosis se refiere a la renovación de nuestro pensamiento. Es un cambio en nuestra perspectiva y comprensión del mundo, que es moldeada y transformada por las enseñanzas de Cristo. Este cambio de mentalidad es crucial, porque influye en cómo interactuamos con el mundo, cómo interpretamos los eventos de la vida y cómo respondemos a ellos.

 

En nuestro espíritu, la metamorfosis es la transformación más profunda. Es un proceso de santificación que sólo puede ser llevado a cabo por el Espíritu Santo. Al igual que la mariposa emerge con una nueva forma, nuestro espíritu se transforma y se renueva a medida que crecemos en nuestra relación con Dios. Este es un proceso constante y a veces desafiante, pero también es la fuente de nuestra verdadera identidad y propósito en Dios.

 

Así que, al igual que la metamorfosis en la naturaleza, la transformación de nuestro cuerpo, mente y espíritu es un proceso asombroso que requiere tiempo, paciencia y la gracia de Dios. Pero el resultado es una vida que refleja más claramente la santidad y el amor de Dios.

 

En Colosenses 3:10 PDT “Ustedes se han revestido de una nueva forma de ser. Dios los está haciendo nuevos a imagen de aquel que los creó hasta que lleguen al pleno conocimiento de él.”

 

Cuando una persona se encuentra en Cristo, experimenta una transformación interna y se convierte en una nueva criatura. Sin embargo, si tenías un uñero en el dedo del pie izquierdo antes de salvarte, es probable que sigas teniéndolo, ya que la salvación se refiere principalmente a la redención espiritual y no a cambios físicos inmediatos.

 

En cuanto a tu cuerpo, cuando te vayas de este mundo y se descomponga, según las creencias cristianas, tu espíritu ascenderá al cielo mientras tu cuerpo terrenal se queda en la tierra. No obstante, en el cielo te espera un cuerpo eterno, libre de dolencias y perfecto. Es importante recordar que estas son creencias y enseñanzas religiosas y cada persona puede interpretarlas de manera diferente.

 

EnRomanos 12:2 VBL “No sigan los caminos de este mundo; por el contrario, sean transformados por la renovación espiritual de sus mentes, a fin de que puedan demostrar cómo es realmente la voluntad de Dios: buena, agradable, y perfecta.”

 

Cuando una persona se entrega a la fe y se salva, no significa que todos sus problemas psicológicos y emocionales desaparezcan de inmediato. La salvación implica un proceso continuo de sanación y transformación del alma. Aunque hayas experimentado la redención espiritual, es posible que aún enfrentes desafíos en tu salud mental y emocional.

 

La salud del alma es un proceso que requiere tiempo y esfuerzo. A medida que te sumerges en tu fe y buscas apoyo espiritual y terapéutico, puedes encontrar herramientas y recursos para sanar y transformar tu alma. La salvación es un camino personal y cada individuo puede experimentarla de manera diferente. Es importante recordar que buscar ayuda profesional y trabajar en tu bienestar mental y emocional es parte integral de tu viaje de salvación y transformación.

 

En 2 Corintios 4:16 PDT “Por eso, no nos damos por vencidos. Es cierto que nuestro cuerpo se envejece y se debilita, pero dentro de nosotros nuestro espíritu se renueva y fortalece cada día.”

 

Cuando aceptamos a Jesús como nuestro Salvador, nuestro espíritu experimenta una salvación completa y total. Esta salvación es un regalo gratuito y eterno que no puede ser incrementado ni mejorado de ninguna manera. Nuestro espíritu se considera santificado y completo en la presencia de Dios.

 

Sin embargo, aunque la salvación es eterna, la Biblia también nos enseña que es posible apartarse de la fe y perder la comunión con Dios. Si una persona elige abandonar su fe, rechazar a Jesús o vivir en desobediencia persistente, puede alejarse de la gracia y la salvación que una vez recibió.

 

La salvación no se pierde por accidente o por cometer un solo pecado, sino por un alejamiento consciente y persistente de la relación con Dios. Es importante buscar una vida de obediencia y perseverancia en la fe, confiando en la gracia y el amor de Dios para mantenernos firmes en nuestro camino de salvación.

 

Tenemos que morir juntamente con cristo, cuando experimentamos la muerte juntamente con cristo ya el pecado no tiene poder en nosotros.

 

En Romanos 8:29 PDT “Dios los conocía antes de que el mundo fuera creado. Él decidió que fueran como su Hijo y quería que el Hijo fuera el mayor de muchos hermanos.”

 

En la enseñanza cristiana, se afirma que toda la creación experimenta un estado de sufrimiento y anhela la manifestación del Espíritu de Dios para traer transformación y restauración. Según esta perspectiva, el cuerpo físico es considerado temporal y limitado, sujeto a enfermedades, dolores y eventualmente la muerte. La redención de nuestros cuerpos se entiende como la esperanza de una transformación gloriosa en el futuro, cuando seamos liberados de estas limitaciones y corrupciones.

 

La idea es que, a través de la manifestación del Espíritu de Dios, nuestros cuerpos serán transformados, lo que permitirá que nuestras almas experimenten paz y alineamiento con la voluntad divina. Esta transformación no solo se refiere a un cambio físico, sino también a la renovación de nuestra mente y corazón, buscando una vida en armonía con Dios.

 

La creación gime, en el sentido figurado, ya que se entiende que la condición actual del mundo está marcada por el sufrimiento y la corrupción, y espera ansiosamente la redención completa. Esta enseñanza busca inspirar a los creyentes a vivir en anticipación de ese futuro glorioso, esforzándose por vivir en justicia y promoviendo la reconciliación con Dios y con los demás en la medida de lo posible en el presente.

 

Parabola:

 

En un remoto rincón del universo, existía un jardín donde convivían seres de diferentes especies. Entre ellos, se encontraban los pájaros, ágiles y libres en su vuelo, y los peces, elegantes y veloces en su nado. Cada uno tenía su propia belleza y habilidades únicas.

 

Un día, un sabio visitante llegó al jardín y convocó a todos los habitantes a una reunión. Con voz serena y sabia, les habló: “Amigos del jardín, os traigo una revelación divina. Cada uno de vosotros ha sido creado a imagen y semejanza del Gran Creador”.

 

Los pájaros, con su plumaje colorido y su melodiosa voz, se llenaron de orgullo. Los peces, con sus escamas brillantes y su destreza acuática, se sintieron privilegiados. Sin embargo, comenzaron a compararse y a envidiarse mutuamente, creyendo que uno era más especial que el otro.

 

El sabio, percibiendo la discordia, decidió compartir una parábola. “Había una vez dos hermanos, uno tenía alas y podía volar, el otro tenía aletas y podía nadar. Cada uno se admiraba por su habilidad, pero envidiaba la del otro. Un día, el Gran Creador les preguntó: ‘¿Por qué peleáis y os comparáis? Os he creado a ambos a mi imagen y semejanza, y cada uno de vosotros tiene un propósito divino en este jardín’.

 

Los hermanos se miraron sorprendidos y se dieron cuenta de su error. Comprendieron que no se trataba de quién era mejor, sino de cómo podían complementarse y vivir en armonía. Así, el pájaro y el pez descubrieron que podían ayudarse mutuamente: el pájaro transportaba semillas en su vuelo y el pez las dispersaba en el agua, permitiendo que la vida se multiplicara en el jardín.

 

Desde ese día, todos los seres del jardín entendieron que su verdadera identidad radicaba en la unidad y la cooperación. Reconocieron que cada uno, a su manera única, reflejaba la grandeza del Creador. Juntos, celebraron la diversidad y descubrieron la alegría de vivir en comunión, sin comparaciones ni envidias.

 

Y así, el jardín floreció en una sinfonía de colores y formas, donde cada criatura, desde el más humilde al más majestuoso, encontró su propósito y su plenitud en la aceptación de su identidad divina.

 

Exhortación

 

En 1 Tesalonicenses 5:23 VBL “Que el mismo Dios de paz los santifique por completo, y que todo su ser—cuerpo, mente y espíritu—permanezca irreprochable para el regreso de nuestro Señor Jesucristo.”

 

El apóstol Pablo en su carta a los Tesalonicenses nos recuerda que Dios, el autor de la paz, desea santificarnos por completo. Él quiere que todo nuestro ser – nuestro cuerpo, mente y espíritu – se mantenga irreprochable para el regreso de nuestro Señor Jesucristo. Esta es una llamada a la santidad y a la integridad, a vivir vidas que reflejen a Cristo en cada aspecto. No se trata sólo de una parte de nosotros, sino de la totalidad de nuestro ser.

 

En Hechos 4:32-35 RVR1960 “Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos. Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad.”

 

Y vemos esto claramente en la iglesia primitiva, como se describe en Hechos 4. Los creyentes vivían en unidad de corazón y alma, compartiendo todo lo que tenían para que nadie tuviera necesidad. Los apóstoles daban testimonio con gran poder, y la gracia de Dios era abundante entre ellos.

Esto es lo que se nos llama a hacer hoy. A vivir vidas santas y completas, reflejando a Cristo en todo lo que hacemos. A reconocer nuestra interconexión y a vivir en unidad y amor mutuo. A ser generosos con lo que

 

Dios nos ha dado, y a cuidar a los necesitados en nuestra comunidad.

Por lo tanto, les insto, queridos hermanos y hermanas, a buscar la santificación en cada aspecto de su vida. A abrazar la unidad y a amarse unos a otros con generosidad y gracia. Que podamos vivir de tal manera que cuando nuestro Señor Jesucristo regrese, nos encuentre irreprochables y viviendo en amor y unidad, verdaderamente reflejando su reino aquí en la Tierra. Amén.

 

Ubuntu “Yo soy porque todos somos”

 

Ubuntu es un concepto africano originario de las lenguas bantúes del sur de África. A menudo se traduce como “Yo soy porque todos somos”. Esta filosofía se basa en la interconexión de todos los seres y en la importancia de la comunidad.

 

Una historia que ilustra esta idea es la siguiente:

 

Había una vez, un antropólogo que había estado viviendo con una tribu en África. Cuando estaba a punto de volver a su país, decidió organizar un juego para los niños de la tribu. Colocó una canasta llena de deliciosas frutas cerca de un árbol y, luego, les dijo a los niños que quien llegara primero al árbol ganaría todas las frutas.

 

A su señal, en lugar de correr cada uno por su cuenta hacia la canasta, los niños se tomaron de las manos y corrieron juntos. Llegaron juntos al árbol, disfrutaron juntos de las frutas y celebraron juntos su “victoria”.

 

El antropólogo, sorprendido, les preguntó por qué habían decidido ir todos juntos, dado que uno de ellos podría haber disfrutado de todas las frutas.

 

Un niño le respondió: “¿Cómo podría uno de nosotros estar feliz si todos los demás están tristes?”.

 

Esta historia ilustra claramente la esencia de Ubuntu. En esta filosofía, la felicidad o el éxito de una persona no se logra a expensas de los demás. Al contrario, se cree que todos somos parte de una gran comunidad, y que el bienestar de cada individuo está intrínsecamente ligado al bienestar del grupo. La cooperación, la solidaridad y la empatía son elementos fundamentales de Ubuntu.

 

El concepto de Ubuntu nos llama a reconocer nuestra interconexión y dependencia mutua. “Yo soy porque todos somos”. Esta no es sólo una afirmación de nuestra humanidad común, sino también una llamada a la acción para cuidarnos y apoyarnos mutuamente.

 

 

Oración

 

Dios amoroso y misericordioso, reconocemos que hemos sido creados a Tu imagen y semejanza, y somos una unión de cuerpo, alma y espíritu. En nuestro cuerpo, permítenos ser un reflejo de Tu Hijo Jesucristo, demostrando Tu amor y gracia al mundo. En nuestra alma, que sea el Espíritu Santo quien guíe nuestras emociones, pensamientos y decisiones, para que puedan estar en línea con Tu voluntad. Y en nuestro espíritu, ayúdanos a conectar con Tu esencia divina, como hijos e hijas tuyos.

 

Señor, nos presentamos ante Ti, conscientes de nuestra humanidad y vulnerabilidad. Nos despojamos de todo lo que nos impide estar plenamente contigo. Reconocemos nuestra identidad como Tus embajadores aquí en la Tierra, y buscamos ser fieles a ese llamado.

 

Te pedimos que, a través de la lectura y reflexión podamos comprender mejor nuestra relación con el pecado, la ley y Tu Espíritu Santo. Ayúdanos a vivir vidas que reflejen Tu amor inquebrantable, y a caminar diariamente en el poder de Tu Espíritu, sabiendo que en Cristo, somos más que vencedores. En el nombre de Jesús, amén.


One response to “Hechos a imagen De Dios”

  1. Maria Y Burgos Avatar
    Maria Y Burgos

    Me encanto,,Dtb100pre

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