paz
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En el tumulto de las horas tristes, donde el dolor es un látigo que insiste, el cielo se ensombrece, la alegría desiste, y la vida parece un camino sin vistas. Mas en el silencio de las tormentas ruidosas, donde la desesperanza aletea caprichosa, surge una voz divina, amable y generosa, en el pecho del hombre,
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Los días pasan sin fin, y el clima, en su eterna caprichosa, sigue igual. Los cielos, antes de un azul celestial, se han vuelto grises, y el sol, oculto detrás de la maraña de nubes, se niega a salir. Es entonces cuando la lluvia y el viento, incesantes y poderosos, me esperan al despertar. La