
En el jardín del corazón, donde florecen los sueños,
Jesucristo aguarda con brazos abiertos y ameno,
un faro de amor que brilla en la oscuridad,
invitando a las almas a su abrazo de verdad.
Él es el capitán que en alta mar navega,
con su barco de esperanza que nunca se entrega,
sus palabras son velas que llevan al perdido,
a encontrar la paz en su abrazo bendecido.
Imagina un río caudaloso y sereno,
donde las aguas claras limpian el veneno,
así es Jesucristo, la corriente de pureza,
que en el alma impura despierta la certeza.
Sus manos son brújulas que indican el camino,
un faro resplandeciente en el mar divino,
llama a los viajeros perdidos en la penumbra,
a encontrar en su luz la dicha que se deslumbra.
En el lienzo de la vida, pinta un cuadro de amor,
colores vivos que borran toda sombra y temor,
Jesucristo es el artista, el maestro sublime,
que en su pincelada celestial muestra el verdadero giro.
Él es el tesoro oculto, el tesoro más valioso,
que espera ser descubierto en lo más profundo y precioso,
invita a los corazones cansados y abatidos,
a encontrar la salvación en su amor incondicional y ungido.
En el umbral del corazón, la puerta está abierta,
Jesucristo aguarda con paciencia y alerta,
susurra al oído con ternura y compasión,
invitando a las almas a rendirse a su redención.
Así, en metáforas se abre el sendero,
donde Jesucristo anhela que el corazón sea sincero,
que las almas, como aves libres, vuelen hacia su abrigo,
y confiesen a Cristo como su salvador, su mejor amigo.
Leave a comment