
En los intrincados laberintos de la mente
se mueven patrones inusuales y desconcertantes
grandes conexiones que se entrelazan sin sentido
y nos dejan en un bullicio de pensamientos altivos.
¿Cómo encontrar la claridad en medio del caos?
¿Cómo darle forma al bullicio de ideas,
y encontrar un sentido en lo irreal?
Son preguntas que nos acechan sin cesar.
Incluso en el silencio más profundo
las ideas se mueven sin dirección
perdiendo el tiempo entre la maleza.
¿Cómo hallar el camino en esta confusión?
Es entonces cuando surge la necesidad
de clasificar nuestras ideas en patrones,
para encontrar sentido en el ruido
y convertirlo en una sinfonía.
Creamos melodías que resuenan
y se asemejan entre sí
una lluvia de metáforas
que al medirse son congruentes.
En este espacio, el yo que anhelamos vivir
el flujo fluye solo y el propósito lo es todo.
Acercarnos a lo que queremos es suficiente,
pues con el pensar e imaginar, todo lo podemos.
He vivido más de mil vidas
y aún no me recuerdo todo,
pero sigo aprendiendo entre verso y verso
a desenredar la enredadera.
Compartiendo ilusiones y mis ideas,
sin crédito alguno,
todo viene en patrones,
energía accesible desde cualquier lugar del mundo.
Aunque solo escucho lo que pienso,
solo recibo las frecuencias que entonan con mi conciencia,
patrones de energía que revelan la cordura.
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