
A los diecisiete años, aquel joven incomprendido buscaba su camino entre los misterios del mundo, sin saber que un oscuro pacto estaba a punto de serle ofrecido. Fue entonces, bajo los rayos candentes del sol, que una voz le habló. Una voz inconfundible, grave y poderosa, como si el mismísimo astro rey estuviera hablando.
El joven se detuvo, asombrado por la magnificencia del espectáculo. Era el sol quien le hablaba, y le ofrecía el trato de su vida. La oferta era clara, debía estar dispuesto a perder para triunfar. El joven, como era de esperarse, aceptó sin saber a lo que estaba renunciando.
A partir de entonces, el sol fue el dueño de su destino, y el joven no fue más que una marioneta en sus manos. Su alma se fragmentó, y un corazón frío y destrozado fue todo lo que quedó. Los pedazos de su alma fueron esparcidos al viento, dejando al joven a merced de los caprichos solares.
Así, el joven ha sido utilizado por el sol, quien ha sido el dueño de sus acciones. Ha roto leyes, ha llenado demandas, ha bebido hasta la inconsciencia y ha saltado al vacío, temeroso de la vida y del destino.
Pero aún así, el joven sigue adelante, buscando su destino y enfrentando sus miedos, con la esperanza de encontrar un mundo nuevo, una cultura distinta que le permita ser él mismo. Aunque a veces se siente incomprendido, como si nadie más en este mundo lo entendiera, sigue adelante, luchando por su futuro, y con la certeza de que su alma sanará.
Este es el camino que ha elegido el joven, uno que a veces parece oscuro e incierto, pero que le llevará al futuro que le aguarda, y lo encontrará allí, esperando para recibirlo.
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